Hacía medio año que Marta y Montserrat vivían en un nuevo hogar.
En casa a veces los cogía dolor de cabeza. Además, Marta sufría unos ataques de tos totalmente nuevos para ella.
Se detectó una deficiencia en la instalación eléctrica: la toma de tierra no estaba conectada correctamente. Además de ser peligroso en caso de cortocircuito, contribuía a generar un campo eléctrico ambiental que formaba una vivienda poco confortable.
El aire contenía tóxicos químicos. Los cierres y los materiales de construcción eran estancos al paso de vapor de agua y contribuían a mantener altos índices de humedad, ya que no dejaban salir al exterior el vapor de la cocina y el baño. La alta humedad favorecía la proliferación de hongos, detectados en un cultivo, y de ácaros, de los que se encontraron excrementos en las butacas y los colchones.
A la vez, la cámara térmica ayudó a identificar que la fachada no estaba bien aislada. Las paredes interiores eran frías y también reducía el confort.
Finalmente, una corriente de agua subterránea cruzaba de punta a punta de la vivienda que incluía zonas de descanso en su trazado.
DESPACHO
DORMITORIO
